En el torbellino de sentirme a la deriva y sin suerte, me topo con refugios inesperados. Una vieja librería se convierte en mi refugio, donde páginas gastadas contienen historias que reflejan la mía. Un banco del parque debajo de un sabio roble ofrece consuelo en medio del caos de la vida, su tranquilidad es un bálsamo para mi alma. Y en una amistad improbable con un gato callejero, encuentro una compañía silenciosa, un consuelo en su tranquila presencia. Estos santuarios inesperados tejen una historia de resiliencia, guiándome a través de la incertidumbre y ofreciendo esperanza en los lugares más improbables.